He aprovechado unos días de descanso para visitar por primera vez Berlín. Es una ciudad interesante a la que viajar, repleta de cultura actual y vanguardista así como de la historia reciente de Europa. De hecho no me sorprendió el que fuera una ciudad cosmopolita, es la ciudad más grande de Alemania con un centro muy bien explotado con hoteles y centros comerciales y de un nivel más bien elevado. El centro también es donde se concentra todo el poder de Alemania.
No obstante es la historia reciente la que aún se palpa por ciertas zonas de la ciudad. De hecho, Berlín tiene una herida de 45 kilómetros que rodea toda la ciudad y que esta aún sin cicatrizar, hablamos del Muro de Berlín o como dicen allí el Berliner Mauer.
Pese a la imagen previa que pudiéramos tener, el Muro de Berlín, no era en realidad un muro, sino dos, separados por un corredor que variaba de uno a 60 metros, en el que había minas y se disparaba a matar a aquellos que intentaran cruzarlo. Era el corredor de la muerte.
Todos sabemos lo que es el Muro de Berlín, lo que significa y las trágicas historias que lo preceden. Este muro se construyó como Muro de Protección Antifascista por la RDA, pero, en la práctica, la razón de su construcción fue evitar el éxodo masivo que había de la zona oriental a la occidental. Fue uno de los símbolos más conocidos de la Guerra Fría y de la separación de Alemania.
Aunque gran parte del muro se derruyó, se han conservado partes, como memoria histórica, y hay en el suelo de Berlín una línea que recorre los kilómetros y kilómetros donde estuvo este muro de la vergüenza. Los recorres en silencio y para los hemos convivido con su creación y existencia, te vienen a la memoria tristes imágenes que has vivido a través de la televisión. Si. Sientes que la postguerra está ahí, silba bajito y pasa de hurtadillas. No puede ser de otra manera. Las guerras y sus consecuencias cambian a las personas, a las familias y a las sociedades. El ajetreo cotidiano de las ciudades se desvanece para dar lugar al sufrimiento.
Visitas el Memorial al Holocausto, el Memorial del Berliner Mauer, el centro Topografía del Terror… te lamentas y te acabas marchando más o menos sensibilizado de la sinrazón humana, pero el viaje sigue y hay que seguir visitando la mayor cantidad de sitios posibles. Pocos se paran en una esquina para ver que las consecuencias de la guerra aún está ahí, que silba bajita y pasa caminando. Tristemente algunos añoran tiempos pasados. La memoria histórica nos tiene que prevenir para que nunca más se vuelvan a repetir hechos históricos como los vividos en Alemania en el siglo pasado.
El Muro de Berlín cayó en 1989 y meses después de la caída del Muro las dos “Alemanias” se reunificaban, el 3 de octubre de 1990. Muchos bares repartieron cerveza gratis y las familias volvieron a cenar juntas para Navidad.