El fin de semana pasado he vuelto de nuevo a Finestres y he visitado por primera vez Fet, pueblos fantasmas como tantos otros en la Ribagorza y en general del Alto Aragón.

Esta abrupta y hermosa parte de la Ribagorza, en la que el Noguera Ribargozana sirve de frontera natural con Lleida, ha sufrido notablemente en sus carnes el fenómeno de la despoblación. La construcción del embalse de Canelles provocó la despoblación de Fet, Finestres, Caserres, Monfalcó, Blancafort y Soriana.

En Finestres su paisaje viene dominado por una impresionante formación rocosa consistente en dos gigantescos mayos paralelos, bajo el nombre de «Les roques de la Vila». En el interior de la muralla ya se observa desde la distancia los restos de la ermita románica de San Vicente, templo construido a mediados del siglo XI y parcialmente apuntalado en la década de los noventa. Construida en lo que fue un castillo musulmán ubicado en el estratégico lugar. Conquistado en el año 1057 por el vizconde de Àger, Arnau Mir de Tost y que estaba al servicio de los condes de Urgell. La vista a este enclave está totalmente recomendada. Requerirá por nuestra parte, si el nivel del agua lo permite, de un mínimo esfuerzo de unos 45 minutos de ida y otros tantos de vuelta. Pero pienso que bien merece la pena.

Saliendo del pueblo, otro edificio de interés es la pequeña ermita de San Marcos, situada al sur de la población. Al día de hoy presenta un aspecto magnífico y desde este punto las vistas son espectaculares.

Fet está sobre un espolón rocoso que se eleva a los pies del río Noguera Ribagorzana, hoy represado por la susodicha presa de Canelles y pertenece en la actualidad al municipio de Viacamp. Para llegar hay que sufrir una serpenteante pista forestal sólo apta para vehículos 4×4 o valientes que armados de paciencia se arriesguen a quemar el embrague de un turismo. Bien es cierto que la visita mereció el esfuerzo.

En la actualidad ninguna de las casas de Finestres o Fet conserva su techumbre, únicamente quedan los sólidos muros de alguna de sus casas y cuesta bastante adivinar el trazado de sus calles, hoy totalmente tomadas por la vegetación.

La población de estos pueblos vivían de la agricultura, centeno, olivar y vid en la parte del monte y productos de la huerta como judías, cáñamo y patatas en la zona cercana al río. Contaban con un molino que aprovechaba la fuerte corriente del Noguera Ribagorzana y sus aguas a través de un sistema de canalización que además servía para regar la huerta. También vivían de la ganadería principalmente ovina y vacuna.

En el interior de alguna de estas viviendas todavía podremos encontrar silos y depósitos para almacenar una de las fuentes de riqueza y sobre los que giraba su economía: el aceite. En Finestres, el molino de aceite se situaba en la plaza, junto a la iglesia parroquial y el lavadero.

La iglesia de Finestres estaba dedicada a Santa María, levantado en el siglo XVII. Era un templo de nave única y planta rectangular. Aun se pueden observar los restos de dos capillas laterales que le aportan planta de cruz. A los pies y en todo lo alto mantiene en pie una espadaña campanario apuntalada recientemente pero con sólo uno de sus dos ojos en pie.

La iglesia de Fet estaba dedicada a la advocación de Nuestra Señora de la Asunción, data del siglo XVI y es de estilo renacentista. Era un edificio de una sola nave con cabecera poligonal con contrafuertes en las esquinas de la misma. Hoy solo quedan 4 paredes.

Para terminar solo quiero decir que tanto en Finestres como en  Fet y al igual que otros tantos, son  rincones abandonados de nuestro país donde duerme el olvido y habita el silencio…