Hace pocos días, Gema Karina, una bloguera amiga, me decía a raíz de un post que había escrito sobre Turquía, si yo también tenía algo escrito y la verdad es que cuando yo visité Turquía eran tiempos en que internet era un recién nacido y por supuesto la fotografía digital empezaba a iniciar su andadura. Hablar de blogueros hubiera sido como hablar de ciencia ficción…
Ahora Turquía empieza a ser portada de prensa con excesiva frecuencia y lamentablemente por unos actos de terrorismo que alteran la convivencia cotidiana y que si seguimos así, el turismo en Turquía será un activo y fuente de recursos que se irá perdiendo, y bellezas como Santa Sophia, la Torre Gálata, la Mezquita Azul, el Cuerno de oro, la Capadocia pasarán a ese imaginario que solo existirá en nuestras mentes.
Y que os puedo contar de cuando estuve en Turquía? Corría el año 2003 cuando visité este enorme País a caballo entre Occidente y Oriente, parte en Europa, parte en Asia, la capital de oriente, la antigua Bizancio o Constantinopla. Crisol de culturas y de etnias. Son gentes de mil rasgos: caucásicos, asiáticos, mongoles, árabes, indoeuropeos, judíos y a pesar de que Estambul es la sede la cabeza de la iglesia ortodoxa, la musulmana es la religión mayoritaria. De hecho sus más de seis mil mezquitas en Estambul así lo certifican.
Turquía bien vale una escapada. La misma Estambul, una de las ciudades más bellas del mundo, Konia, Efesso o toda una Capadocia son lugares de un cuento de hadas, sitios donde podrá volar vuestra imaginación y vivir historias en un país de sultanes y princesas…
Viajad en el tiempo e imaginaos, por ejemplo, ahora a vosotros mismos como un joven sultán a cargo de un imperio que se expande en tres continentes —Asia, Europa y África— que vuestros antepasados lo unificaron por medio de conquistas.
Tenéis 13 años de edad y sois entronizado en la ciudad de Estambul. Os confrontáis con el legado de grandes gobernantes que os antecedieron como Solimán el Magnífico y Mehmet el Conquistador. Y sin embargo, no sois un renombrado guerrero ni un administrador capaz. ¿Cómo dejáis vuestra huella en la estructura de la ciudad que vuestros antepasados codiciaron y conquistaron? Pues ordenando la construcción de una de las más bellas mezquitas en el corazón de la ciudad imperial.
Así nace la mezquita del Sultán Ahmet, popularmente conocida como la Mezquita Azul. La mezquita que domina el majestuoso horizonte de Estambul con su elegante composición de ascendentes cúpulas y seis esbeltos minaretes proyectados hacia el cielo.
Una mezquita con 6 minaretes? Si. Algo inusual e irreverente ya que implicaba una igualdad con las mezquitas de La Meca, lo que causaba un considerable rechazo por parte de la población local. Cuenta la leyenda que en un esfuerzo por lograr la paz y la concordia entre la comunidad musulmana, se agregó un séptimo minarete a la mezquita de La Meca, demostrando su supremacía sobre cualquier mezquita imperial en Estambul.
Y la construís en un lugar simbólico. Su ubicación tiene una fuerte carga política. A diferencia de las otras mezquitas imperiales, que se colocaban mas alejadas del centro de la ciudad para fomentar el desarrollo urbano, la mezquita del Sultán Ahmet está enclavada entre la iglesia de Santa Sophia y el Hipódromo Bizantino, casi al lado de la residencia real otomana, el Palacio de Topkapi.
Una zona que definiríamos como el actual cor-bussines del patrimonio arquitectónico e histórico de Estambul….
Y así, de esta manera, como este pequeño sueño sobre la Mezquita Azul, empezaríamos a sentir Turquía, cada monumento una historia diferente, cada ciudad una manera de vivir, cada lugar una experiencia,…Ah! y no os olvideis de comer el típico bocadillo de caballa junto a las barcas en el puerto de Estambul.