Si hiciéramos una encuesta sobre el momento favorito para hacer una foto, creo que el atardecer seria un claro ganador de entre los momentos favoritos para realizar una foto. El amanecer puede que sea igual de bello (a veces incluso más), pero por lo general tiene lugar a unas horas en las que no estamos demasiado creativos que digamos. De hecho, entre semana siempre me pilla en el coche camino de Sant Cugat, y muchas veces maldigo el no tener la posibilidad de aparcar en el arcén de la carretera, coger la cámara y ponerme a inmortalizar esos momentos.
Por lo general casi siempre podremos tener la posibilidad de irnos de paseo o excursión con la cámara a última hora de la tarde y aprovechar esos rayos de sol de color naranja que alargan las sombras y dan una tonalidad muy especial a todo lo que tocan. Y el caso es que gracias al juego que nos da esta iluminación tan peculiar, tenemos dos posibilidades muy definidas para este tipo de fotografías:
La primera es disparar con el sol a nuestra espalda (o a un lateral). De este modo sacaremos los edificios y los rincones que queramos retratar con una luz suave y que resalta los relieves de todo lo que toca. También es una buena forma de iluminar el rostro de alguien al que queramos hacer un retrato, ya que saldrá bastante favorecido y no se verá obligado a salir con los ojos medio cerrados como ocurre con las fotografías hechas con luz solar intensa. En estas situaciones (los retratos) un buen objetivo con distancia focal larga y una apertura generosa nos daran unos retratos con un bonito bokeh.
La otra es disparar con el sol de frente. Esta posibilidad es la que más me gusta, pues permite hacer unos contraluces que pueden llegar a quedar muy bien manteniendo una velocidad de disparo bastante alta, lo que evitará trepidaciones en las fotos.
En este tipo de fotografías lo más importante es medir la luz de forma puntual en el cielo de tal modo que éste aparezca correctamente expuesto al tiempo que lo que tenemos a contraluz se muestra de un negro riguroso. Si medimos la luz en los edificios o empleamos medición matricial (que promedia toda la escena) lo que vamos a obtener es una imagen en la que las paredes se verán con algo de detalle pero el cielo no será más que una enorme zona de la fotografía completamente quemada.
Por supuesto que cada uno tendrá sus manías y su propio concepto de entender la fotografía; pero lo que hoy he querido mostraros son dos formas muy sencillas de afrontar los atardeceres cuando se está detrás de la cámara y francamente casi siempre con unos resultados bastante espectaculares.