Acabo de regresar de Iran, o mejor dicho de la República Islámica de Irán, he estado en Qom, segunda capital religiosa del Irán -después de Mashaad- y centro de los estudios del chiismo, la rama del islam predominante en Irán, Afganistán, Siria e Iraq. También es la ciudad desde donde los ayatolás (líderes religiosos) dirigen la República Islámica con mano de hierro desde 1975, y he tenido el privilegio de entrar en el recinto de Hazrat-e Masumeh, mausoleo de la hermana del imam Alí ibn Mussa ar-Rida que fue el octavo líder islámico. Este centro está considerado el Vaticano del chiismo y considerando que he viajado bastante por países islámicos y a pesar de mis conocimientos en antropología religiosa nunca he sido capaz de imaginar el cariz que ha tomado hoy el sentido de esta religión, El Islam.
Siempre podemos encontrar noticias referentes a como el islam intenta dirigir la vida de los musulmanes o no en los países donde se profesa esta religión, noticias como matrimonios que mueren apaleados por muchedumbres por blasfemia al Islam, azotes por tener muestras de cariño en público, mujeres violadas y después lapidadas acusadas de adulterio o el problema del alto porcentaje de suicidio entre mujeres causa de matrimonios forzados o violencia machista. Sin tener en cuenta que a menudo, lo que realmente hay detrás son disputas familiares o económicas. Fácil acusar de un delito inexistente, con difícil defensa, de reacción inmediata e iracunda cuando detrás hay una sociedad fanática e irracional.
La palabra árabe Qur’an (Corán) significa “recitación”, quizás por eso su palabra nos sugiere que sus textos eran recitados o leídos delante de determinadas audiencias. El Corán como tal no se refiere a un libro en su conjunto, sino a una recopilación escrita de una serie de revelaciones ocurridas en el transcurso de unos veinte años de la vida de Mahoma (Muhammad) y que se desarrollaron en escenarios como la Meca o Medina y que hoy son consideradas ciudades santas enclavadas en la actual Arabia Saudí.
Mahoma fue contrario al politeísmo y a la idolatría de las tribus árabes de su época, proponiendo como doctrina una religión estrictamente monoteísta, el Islam. En el fondo, no se trataba de una nueva ideología para su tiempo, sino la ratificación y la continuidad del monoteísmo judío y cristiano, a cuyos miembros se refería como a ‘los adeptos del Libro’ y a los que Mahoma reprochaba haberse desviado en parte de su esencia original y les preconizaba la necesidad de un regreso a su pureza original de acuerdo con los textos bíblicos.
Mahoma se consideró a sí mismo como un simple mensajero de la palabra de Dios, fue un predicador que se limitó a recordar a sus gentes los preceptos divinos y los mensajes que el Señor enviaba a la Humanidad para guiar a los seres humanos por el recto camino, que contienen promesas de recompensa para los fieles y de castigo infernal para los incrédulos. Sus principales ataques nunca fueron dirigidos, pues, a los creyentes en el judaísmo o el cristianismo, sino a los no-creyentes, los idólatras o los ateos.
Y ahora me pregunto, si este fue el fundamento del Islam, que justificación tienen los sucesos como los enunciados al principio o los de movimientos yihadistas ajusticiando a todo el que no lleve barba o a cualquier mujer que no quiera acostarse con un descerebrado yihadista? Está claro que en el Islam como en todas las religiones, una cosa es lo que está escrito y otra muy diferente la interpretación que hace una perturbada mente de estos textos y me da igual que sea un imam, un rabino o un cura. De hecho ha sido en el nombre de Dios y de sus religiones como más sangre se ha derramado a lo largo de nuestra historia. Y es que como dijo William Somerset: Para rezar a Dios con devoción, no hace falta creer en Dios según los dogmas de ninguna religión.