Francamente la excursión a San Juan de Gaztelugatxe tiene su mérito, empiezas con un fuerte descenso hasta llegar al nivel del mar, cosa que ya te hace temer la vuelta, para luego tras cruzar un puente sobre el mar, inicias una subida de 240 escalones, cual viacrucis, hasta llegar a la ermita. Toda una aventura y no te digo si ese día el mar esta picado con las olas chocando con fuerza contra las rocas. Eso si, una vez alcanzas la cima, eres generosamente recompensado por un paisaje espectacular.
Para los no iniciados en la lengua del euskera os diré que Gaztelugatxe significa castillo de roca, “gaztelu” es castillo y “aitz” roca, y ahora entiendo con razón porque es visita obligada si estas por el Pais Vasco. Es una isla tan pequeña como impresionante, tiene forma de cono conectada a tierra firme por un puente de piedra y tras un estrecho camino, subiendo 241 peldaños que zigzaguean de un lado para otro, vas y alcanzas la cima y allí, en su punto más alto, como casi siempre, hay esta pequeña ermita dedicada a Juan Bautista.
La leyenda, como no podía ser de otra manera, dice que San Juan desembarcó en el puerto de Bermeo y dando tres pasos llegó a la ermita dejando grabadas las huellas del pie en cuatro lugares del camino. La última huella la encontramos en el último escalón de acceso a la ermita. Esta huella es además la más interesante, porque además de apreciarse con nitidez se lee la inscripción «San Juan», que alguien escribiría con un cincel y otra leyenda también dice que si tocas la campana tres veces y pides un deseo, este se cumplirá…Bueno, toque la campana, y si se cumple o no ya os lo confirmaré mas adelante.
Se cree que la primera ermita fue erigida en el siglo IX y donada a los monjes del monasterio San Juan de la Peña (Jaca, Huesca), quedando bajo su protección y dominio, cuna de la Corona de Aragón y que a lo largo de los siglos, por incendios y batallas ha tenido que ser reconstruida en múltiples ocasiones. En el siglo XII y durante doscientos años parece ser que también fue un convento.
Hubo un tiempo en que San Juan de Gaztelugatxe también fue bastión de resistencia del Señorío de Bizkaia contra la vanidad y el ansia de rapiña de Alfonso XI, Rey de Castilla y en el año 1596, San Juan de Gaztelugatxe también fue atacado, esta vez, por los corsarios de Sir Francis Drake saqueando las dependencias. La mala suerte del pobre ermitaño que cuidaba de ella fue ser lanzado al mar desde la parte más alta de la isla.
Al final, los años y la meteorología hicieron que la pequeña iglesia se deteriorara y fuera reconstruida de nuevo en 1886. La pena es que durante las obras casi todos los objetos y artefactos encontrados como monedas, bolas de cañón y otros enseres, corrieran la misma suerte que el pobre ermitaño y fueran lanzados al agua. Ya ves tu…triste final para uno y para otros.