Ayer tuve encuentro de amigos como siempre alrededor de una mesa y como de costumbre al final siempre acabas hablando de viajes y gastronomia. Ayer justo hacia dos años que visité por última vez Bilbao con motivo de la exposición de pintor David Hockney en el Guggenheim. Hermosa colección vaya de paso….
Por supuesto y obligado, estar en Bilbao es realizar el ritual de ir de tapas y pinchos por los bares de su Casco Viejo. Es encontrarse con una cultura culinaria diferente a la que estamos acostumbrados. Alli es comer con la vista, con la presentación de platos llenos de combinaciones de colores a base de pequeñas rebanadas de pan culminadas con una exquisitez o bien a base de pinchos elaborados con dos o más combinaciones de algún alimento exquisito y por supuesto es olvidarse del mantel, del cuchillo y del tenedor y adentrarnos en el mundo de las barras.
Comemos de pie, entre otras gentes, saboreando deliciosas combinaciones con los dedos. La experiencia de ir de pinchos o tapas no es el de ir a comer a un solo bar, sino la aventura realizar una ruta, cada día diferente, de ir combinando diferentes bares acompañando la respectiva tapita con una cervecita o un buen vaso de xacoli de Quetaria.