De abadias y monasterios….

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_DSC0137A raíz de una visita reciente a Poblet, os hablé de la historia del monasterio y de cómo fue fundado por monjes cistercienses, también os hable de Escala Dei en su dia y hoy recuperando el tema os hablaré de la abadía de Notre Dame de Senánque.

Cuando uno empieza a visitar monasterios, abadías y cartujas medievales y conocer sus historias, te empiezas a topar con las diferentes órdenes religiosas y hoy nos encontramos de nuevo con la orden Cisterciense. Esta orden se fundó en el año 1098 de la mano de una veintena de monjes devotos de San Benito. Es decir, devotos del trabajo, la pobreza, la sencillez, la soledad y la oración.

Parece que este estado ideal del hombre solo podía alcanzarse en la soledad y en la lejanía, así que no serán éstos los primeros monjes que se recluyen, apartados, tratándose de organizar y crecer con la ayuda y protección de miembros mejor ubicados en el escalafón eclesiástico.

_DSC0150A los monjes cistercienses se les llama comúnmente los monjes blancos, por oposición a los benedictinos, los monjes negros. Una de las tantas abadías que terminaron fundando la encontramos en la Provenza con el nombre de Notre Dame de Senánque.

La abadía se funda en 1148, en un paraje agreste y como era habitual, en tierras donadas a los religiosos por los señores locales. Ignoro si tuvieron la típica visión divina con la Virgen o un ángel indicando el privilegiado lugar. Cuentan que en un principio fueron 12 los monjes en asentarse y con el tiempo vinieron más. Como en todas las abadías y monasterios, en un principio todo suele muy modesto, viviendo en chozas o pequeñas edificaciones aisladas, pero cuando inician las obras, estas ya no se detienen y poco a poco van levantando un entramado de edificaciones. Primero una capilla, después edificios auxiliares, después un claustro, luego amplían la iglesia, viene el coro,…y así poco a poco van construyendo su entramado inmobiliario, cual abejas el panal.

_DSC0154Hoy vemos un conjunto de edificios medievales de austera belleza, armonioso y sencillo a la vez. La arquitectura simple y modesta, sin decoraciones ni fachadas principales y los únicos colores, los de los muros de piedra gris que se funden con los campos azules de lavanda que lo rodean.

La abadía fue abandonada por culpa de la Revolución Francesa, volvió a su vida monacal en 1854, se volvieron a ir y venir un par de veces más. Hoy es visita obligada si estas en la Provenza recorriendo los hermosos campos azules de lavanda. En ella viven unos diez monjes, al viejo estilo: orando y laborando la miel y la lavanda. Eso si, cobran entrada, tienen Internet y tienda de regalos para los visitantes.

Dicen que ser moderno no esta reñido con la espiritualidad. Lo que no sé es lo que diría San Benito.

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