Cuando hace unas semanas estuve campando por las planicies del Delta del Ebro, si algo me llamó la atención fue su horizontalidad rellena de campos de arroz.
Dicen los entendidos que este cereal es uno de los cultivos más antiguos que se conocen, probablemente hace unos 10.000 años en la India, extendiéndose por China y toda Asia tiempo después. La llegada a Europa ocurrió en los tiempos de Alejandro Magno y que su inclusión en España llegó con la invasión musulmana.
El cultivo de arroz en el Delta del Ebro supone alrededor del 80% de la superficie cultivada, en un cultivo muy tradicional ligado a la formación y transformación del terreno en el Delta. Existen numerosas referencias escritas que dan testimonio del vínculo entre la zona y este cultivo. Las condiciones climáticas mediterráneas, los terrenos en llanura y la salinidad proporcionan el entorno ideal para las plantaciones del arroz en el Delta.
Hoy por hoy y desde siempre el arroz ha sido uno de los cereales básicos en la alimentación de muchas culturas y en España constituye el ingrediente principal de muchos platos que tomando como base carnes, pescados, mariscos o verduras tenemos como resultado gran variedad de paellas y arroces caldosos, siendo el típico del Delta del Ebro el rossejat o arrosejat. Para quien no lo ha probado, este plato se caracteriza por el dorado del arroz con aceite de oliva y su cocinado con caldo de pescado o marisco, similar al arroz a banda, pescados y verduras servidos a parte concentrando todo el sabor en el arroz.
Para ello nada mejor que, de entre todas las variedades bajo la denominación de origen de arroz del Delta del Ebro, usar las variedades Bahía, Sénia o Tebre las tres de características muy similares y que gracias a su porosidad absorben con gran intensidad los sabores de los ingredientes que los acompañan y caldos para su cocción.
Resumiendo, una escapada para contemplar el paisaje y un arrosejat bien valen un fin de semana.